Hemos superado, la gran mayoría, un
verano más...
La vuelta a nuestra actividad se verá
"velada" por esos recuerdos de
tarde de Agosto al calor de una playa
todavía con las sardinas, acedías y
boquerones navegando por nuestros
intestinos en mitad de una atmósfera aún
de sal y limón...
Todo ésto, bajo la sensación de
parecernos poco el tiempo disfrutado (para
lo merecido que lo teníamos), se empezará
pronto a confundir con el olor a alcanfor
de los armarios cerrados y el deambular de
ropa de entretiempo... (¿Qué me pongo
para esa boda, si no se si lloverá o a la
noche, en mitad ya del calenturón del
novio y el pavor de la desposada y una vez
relajados de responsos y misas, refrescará
en exceso?)...
Fuera de anécdotas,
el verano 2003 ha sido, para la SEEUE, un
periodo de afianzamiento y "cónclave".
El encuentro en la Rábida nos ha supuesto
una renovación de fuerza, ganas y
justificación a lo que en la soledad de
nuestras casas el invierno nos dictaba
confuso, arrebatándonos el bronceado
conseguido en las vacaciones anteriores.
A la Rábida
fuimos como descubridores en busca de ese
empujón e incentivo que nos permitiese
aventurarnos en empresas mayores que las
hasta ahora emprendidas.
Nuestra apuesta
por la metodología enfermera, por el
respeto a una actividad bajo los
principios éticos, por la continua
referenciación y justificación de
nuestra Especialidad y Licenciatura y por
la sintonía que asumimos desprender a
través de la empatía que debemos
desbordar siempre con los usuarios de
nuestros servicios, nos ha hecho
conseguir, espero, una línea que no hemos
de abandonar y por ello yo apuesto.
Nuestros
confidentes fueron los alumnos que
quisieron estar con nosotros y a los que
estamos muy agradecidos, por su
condescendencia y apoyo, por haberse
erigido en la tripulación que necesitamos
y a los que intentamos legar nuestras
cartas de navegación, herederos todos en
su edad e incondicionalidad de
nuestros más grandes y preciados tesoros,
anhelados, trabajados, perseguidos y
codiciados en la soledad del invierno y en
mitad de otros mares agitados que
encontraron su reposo en ese trocito del
Atlántico de Huelva, fin de tierra y
comienzo de aventura... a todos gracias,
por ser los brumetes.
Pirata de todo me
siento aún queriendo desesperadamente
conservar ese olor romántico que me regaló
esta travesía tanto tiempo soñada. Sueño
de un año y baño extraño de sueños que
ahora aquí en mi particular destierro
elegido sin azar ensueño y rememoro hasta
que nuestro próximo encuentro en
Noviembre en Madrid, aporte una nueva
inyección para toda nuestra particular
travesía hacia la isla que ansiamos
abanderar de tibia y calavera:
¡Larga vida, bucaneros!.
Antonio J. Valenzuela.
Enfermer@.
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