LOS
SERVICIOS DE URGENCIAS : VÍA DE ENTRADA DE
INFECCIONES URINARIAS NOSOCOMIALES |
Cinta
Palomar Gallardo, Dolores Merino Navarro, Francisca
María García Padilla, Angustias González
Rodríguez |
La preocupación por las infecciones hospitalarias es una constante por parte de los profesionales
sanitarios, los administradores y los usuarios. El sondaje vesical constituye el principal factor de
riesgo de las infecciones urinarias de origen nosocomial, suponen un importante problema de salud
por el incremento de morbilidad, su coste económico y sobre todo por los problemas y sufrimiento
humano para los pacientes que las padecen. La educación y preparación del personal sanitario sobre la
prevención y control de las infecciones nosocomiales es uno de los retos y objetivos de los servicios
sanitarios en los que se incluyen los servicios de urgencias como primera medida de prevención.
EL OBJETIVO del estudio es la valoración del cumplimiento de las recomendaciones del CDC
(Control for Disease Center) así como de otras medidas dirigidas a la prevención de las infecciones
urinarias relacionadas con el uso de sondas vesicales en dos unidades de medicina interna de un
hospital de Huelva y evaluar la eficacia de un protocolo de sondaje vesical dirigido a la mejora de la
calidad de los cuidados enfermeros.
METODOLOGÍA: El diseño del estudio es cuasi-experimental, distribuido en tres
fases.
RESULTADOS: En la 1 fase del trabajo sorprende que el 50% de los pacientes estudiados son
portadores de sonda vesical y que el motivo es en un 64%, la incontinencia urinaria, la colocación de
las mismas en el servicio de urgencias fue de un 32%. El 100% de los pacientes utiliza un sistema de
drenaje abierto y en el 96% de los casos los profesionales de enfermería no valoran la retirada de la
sonda, lo que demuestra el incumplimiento de las recomendaciones del CDC y otras medidas
preventivas.
PALABRAS CLAVES : Sondaje Vesical; Infección Urinaria Nosocomial;
Las técnicas invasivas en medicina han aportado una nueva tecnología para el cuidado de los
pacientes. Sin embargo, esta tecnología también entraña riesgos añadidos, entre los que se incluyen
las infecciones.
La sonda vesical es un factor yatrogénico de importancia decisiva en la producción de infección del
tracto urinario. De hecho, entre el 75 y 80% de estas infecciones inciden en pacientes que durante su
ingreso hospitalario requieren la colocación de un dispositivo urológico de ese tipo (1,2,3). La
variedad de indicaciones que aún tiene la sonda urinaria, en muchos casos innecesarias, condiciona
que entre un 10 y un 20% de los pacientes ingresados en hospitales la tengan colocada. En relación
con dicho sondaje, entre un 9 y un 35% de estos pacientes padecen una infección del tracto urinario
nosocomial (1). Otros datos nos indican que en España, haciendo únicamente estimaciones medias,
entre 200.000 y 300.000 enfermos serían sondados anualmente y de ellos entre 40.000 y 60.000
padecerían infección del tracto urinario (1). Por tanto, la importancia de la sonda urinaria como eje
central de los esfuerzos investigadores y preventivos en el terreno de las infecciones del tracto
urinario de origen nosocomial está claramente justificada.
Los microorganismos causantes de esta infección pueden ser introducidos en el tracto urinario de los
pacientes sondados por arrastre directo durante la inserción de la sonda, aunque en la mayor parte de
las ocasiones lo que se produce es una migración ascendente de los gérmenes por las paredes de la
sonda, bien por su cara interna, previa colonización de la bolsa recolectora y/o luz del tubo, o bien por
su cara externa, previa colonización del meato uretral.
Durante la recogida de datos realizada en nuestro hospital para el grupo de estudio de prevalencia de
las infecciones nosocomiales en los hospitales españoles (EPINE) en 2001 observamos claramente la
necesidad de dar a conocer a todo el personal sanitario de éste la guía de prevención de infecciones
del tracto urinario asociadas al catéter vesical (Guideline for Prevention of Catéter-associated Urinary
tract Infections) del centro de control de las enfermedades (Control for Disease Center) (CDC) y de
otra medidas para la prevención de infecciones urinarias relacionadas con el sondaje vesical. Estas
recomendaciones están recogidas en nuestro protocolo, objeto de esta investigación.
Para diversos autores la relación cateterización vesical e infección urinaria nosocomial radica en
distintos factores. Entre ellos se han descrito unos que dependen directa o indirectamente de la sonda
y que permitirían algún tipo de prevención: técnica de inserción del catéter, sistema de drenaje
empleado, y cuidados rutinarios de éste; otros que dependen del paciente: edad, sexo, característica
de la enfermedad (diabetes, creatininemia elevada), e indicaciones y duración del sondaje. De estos
sólo algunos y en limitadas ocasiones podrían ser modificados.
Encontramos en la bibliografía actual diversos estudios sobre los distintos factores de riesgo
mencionados anteriormente. Sin embargo no hemos encontrado ninguno que valide un protocolo
donde se actúe al mismo tiempo sobre ellos. Somos conscientes de la posibilidad de actuar sobre los
factores extrínsecos, y nos planteamos que actuando sobre ellos en conjunto la disminución de dichas
infecciones podría ser muy significativa. Así mismo incluimos en nuestro protocolo las indicaciones
estrictas del sondaje vesical para reducir su uso, medida fundamental para disminuir este tipo de
infecciones nosocomiales.
Un elevado porcentaje de los sondajes que se realizan en los hospitales suelen hacerse sin un
criterio riguroso de prescripción. En relación a esto existe un trabajo de investigación que demuestra que
el 37% de las infecciones urinarias nosocomiales son causadas por sondajes vesicales colocados por
incontinencia (4,5,6) causa que no justifica el uso de la sonda vesical. Actualmente existen otros
medios, no invasivos, para paliar este problema.
Nunca se insistirá demasiado en que el mayor factor de riesgo de la infección del tracto urinario
asociado al sondaje vesical es la propia sonda, y que una vez colocada ésta el factor tiempo es el
principal determinante en la aparición de la infección (1,7,8,9). Cuando la indicación ha quedado
establecida, hay que reconsiderar diariamente la posibilidad de prescindir de la sonda, como se recoge
en nuestro protocolo. De esta forma, se limitará la duración del sondaje al tiempo estrictamente
necesario y se reducirá paralelamente el riesgo de infección. Según puede desprenderse de recientes
estudios, entre el 70 y el 80% de las bacteriurias suelen detectarse en pacientes con un período de
sondaje inferior a los 5 días, el 60% de los sondajes vesicales hospitalarios tienen una duración
superior a 2 días y el 25% superior a una semana (1). Otros autores indican que la retirada temprana
del catéter vesical podría disminuir hasta un 40% el total de las infecciones urinarias nosocomiales
(10).
Respecto al drenaje de orina, uno de los factores más significativos para disminuir el riesgo de
padecer infección urinaria en el paciente sondado es el sistema de drenaje de circuito cerrado. Es
un hecho ampliamente documentado que con el uso del sistema de drenaje abierto existe bacteriuria
en el 100% de los pacientes sondados a los 4 días de la inserción del catéter. Sin embargo, el sistema
de drenaje de circuito cerrado consigue que la orina permanezca estéril en un 50% de los casos hasta
los 13´5 días en hombres y 11´5 en mujer (11). Ninguna medida preventiva se ha mostrado tan
efectiva (12,13). Llama la atención que en España cerca del 50% de los pacientes con sonda vesical
llevan todavía un sistema de drenaje urinario abierto (14).
Analizando las posibles causas de que esta situación no se haya corregido anteriormente,
encontramos: Por un lado, el mayor coste económico de los sistemas cerrados de drenaje urinario,
éste es uno de los argumentos más usados y es cierto que los circuitos cerrados tienen un precio más
elevado que los abiertos, pero debemos tener en cuenta que en general el sistema cerrado una vez
instalado no requiere cambios de bolsas, mientras que el abierto precisa la sustitución de ésta cada vez
que se llena y esto ocurre generalmente más de una vez al día. Por otra parte, el ahorro producido por
las infecciones evitadas es también sustancial. La importancia económica de la infección urinaria
radica en el aumento de los costes por la prolongación de la estancia hospitalaria y por su tratamiento
según Krieger et al, las infecciones urinarias de origen nosocomial en su hospital incrementan la
estancia en dos días y provocan un gasto adicional de 17.000 dólares por mes (14).
Por otro lado, cuestiones relacionadas con el personal asistencial dificultan en ocasiones la
implantación de nuevos sistemas debido a una resistencia a cambiar la rutina y a la apariencia inicial
de una mayor complejidad en el mantenimiento de estos sistemas cerrados, lo que puede conducir a
su mal uso y en última instancia repercutir de forma negativa en la disminución de las infecciones
urinarias. El cambio de sistema abierto por sistema cerrado no es excesivamente complejo, pero la
sustitución sin enseñanza ni apoyo al personal sanitario que lo va a manejar provoca el rechazo hacia
su implantación y conduce al fracaso.
Respecto a la técnica del sondaje consideramos la importancia que tiene los siguientes factores 1)
manipulación aséptica del catéter durante su colocación. Ésta ya fue descrita por Desautels en 1960, y
parece avalada por el hecho de que en una proporción no despreciable de pacientes la infección del
tracto urinario puede tener su origen en el arrastre directo de gérmenes desde el meato uretral durante
la introducción del catéter urinario. Se ha atribuido a este mecanismo el 14% de las bacteriurias en los
pacientes sondados, incluso en algunos estudios se ha llegado a sugerir que podía ser responsable del
41% de éstas (15). Esto nos obliga a insistir en las medidas de asepsia y en otras medidas preventivas
que incluimos en el protocolo (16,17,18). 2) Usar xylocaína gel como lubricante urológico por su
poder anestésico superficial y su alta viscosidad, lo que proporciona distensión completa. Ésta a su
vez facilita la entrada del catéter con más facilidad, haciendo la técnica menos traumática, reduciendo
el daño y arrastrando por tanto menos tejido lesionado. 3) Utilizar la sonda de calibre más pequeño
posible ya que la inserción del catéter es menos traumática cuanto menor es su calibre. Esto favorece
la disminución de las infecciones causadas por arrastre de bacterias (8). 4) No realizar cambios
periódicos de la sonda, ya que se ha comprobado que el riesgo de complicaciones aumenta con dicho
procedimiento (8). El cambio periódico, actitud ampliamente recomendada durante años, no tiene hoy
en día justificación alguna. Se procederá a cambiar el catéter cuando exista una obstrucción de éste o
algún problema con el sistema de drenaje (18).
La Constitución Española (19) reconoce en su artículo 43 como derecho fundamental de cualquier
ciudadano “la protección de la salud”. Este artículo interpretado en un sentido amplio y aplicado en el
ámbito sanitario implica la prevención en lo posible de los daños que puedan causarse a la salud de
una persona como consecuencia de las acciones terapéuticas. Por otra parte, y siguiendo en el marco
legal sanitario, se reconoce como característica fundamental del Sistema Nacional de Salud (20) “la
prestación de una atención integral de salud procurando altos niveles de calidad” (art. 46 de la Ley
General de Sanidad). Como profesionales de la salud, integrados por tanto en este Sistema, estamos
comprometidos a ejercer nuestra profesión de acuerdo con estos principios, y por consiguiente a
ofrecer cuidados con la mayor calidad posible. Así mismo tenemos la obligación de usar los medios
que estén a nuestro alcance para mejorar estos cuidados, y en su caso, difundir los cambios oportunos
con el objeto final de aumentar la calidad asistencial.
Este proyecto de investigación se fundamenta en la posibilidad de mejorar los cuidados enfermeros
relacionados con el catéter vesical mediante el estudio de un nuevo protocolo que refleja las
indicaciones estrictas, la técnica y el material y los cuidados del catéter, y que puede llegar a ser un
instrumento de gran utilidad para todos los profesionales sanitarios por constituir una guía clara de
actuación respecto a una técnica ampliamente utilizada. En definitiva, se trata de proteger la salud de
los usuarios que se exponen a esta técnica terapéutica y de aumentar por tanto la calidad de los
cuidados que reciben.
1.- Objetivos
:
En la 1ª fase: Valorar el número de sondas coladas y si se cumplen los criterios de prevención en el
sondaje vesical según recomendaciones del CDC. Y otras medidas preventivas.
En la 2ª fase: Evaluar la eficacia de un protocolo de sondaje vesical para mejorar la calidad de los
cuidados enfermeros en pacientes ingresados en Medicina Interna de un Hospital de Huelva.
2.- Hipótesis
:
El nuevo protocolo de sondaje vesical disminuye la cantidad de catéteres en la unidad. El
protocolo de sondaje vesical mejora la adecuación de los cuidados enfermeros a las recomendaciones
preventivas del CDC.
3.- Variables de estudio
:
-
Fase 1ª.- Indicaciones del sondaje vesical, técnicas y materiales, cuidados de enfermería (anexo-1).
-
Fase 2ª.- Monitorización del nuevo protocolo de sondaje vesical (anexo-3).
-
Fase 3ª.- Igual a la fase 1ª.
Para el análisis de las variables: Indicación correcta/incorrecta (anexo-2) según protocolo.
-
Definición: Nuevo protocolo donde se incluyen las indicaciones, la técnica y materiales para
realizar el sondaje vesical, así como nuevos procedimientos de cuidados y manipulación de éste
(anexo-2).
-
Variable independiente: Nuevo protocolo de sondaje vesical.
-
Variables dependientes: disminución de sondas vesicales, aumento de la utilización del sistema de
drenaje cerrado, aumento de la utilización de xilocaína gel en el sondaje vesical, disminución del
calibre de la sondas vesicales que se coloquen, disminuir los cambios periódicos de sondas
vesicales, aumento de la ingesta de líquidos en pacientes sondados, disminución del tiempo del
sondaje vesical.
-
En la variable sistema de drenaje de circuito cerrado. Definición: Sistema estéril que consta de:
conexión sellada (sonda-sistema colector), válvula antirreflujo y bolsa colectora con llave para
vaciado.
-
Variables Extrañas: Edad, Sexo.
-
Edad: consideramos que los pacientes con más edad tienen más probabilidad de tener
colocado una sonda vesical por sus múltiples enfermedades.
-
Sexo femenino: tiene más probabilidad de tener colocada una sonda vesical por no existir
alternativas al sondaje vesical efectivo, mientras que en el sexo masculino se recurre a otras
alternativas como es el Peneflex®.
-
Sujetos de estudio y lugar de aplicación
: Pacientes que estuvieron ingresados durante los días 20 y
21 de marzo 2003, en la Unidad de Medicina Interna General.
4.- Diseño del estudio
:
Estudio cuasi-experimental, con una duración total 14 semanas distribuida en tres fases.
-
1ª Fase: Recuento del número de pacientes hospitalizados, de catéteres vesicales colocados, y del
cumplimiento de las recomendaciones preventivas de infecciones urinarias nosocomiales relacionadas
con el catéter vesical: Indicaciones del sondaje, técnica y material utilizados y cuidados de enfermería
realizados (anexo-1). Antes de iniciar esta fase se realizará información general al personal de
enfermería de la Unidad.
-
2ª Fase: Implantación del nuevo protocolo del sondaje vesical, (anexo-2). Antes de iniciar esta fase se
realizará: 1) Información al personal de enfermería de la unidad, de los resultados obtenidos en la
primera fase y de la importancia de la implantación del nuevo protocolo del sondaje vesical para
mejorar los cuidados enfermeros relacionados con el sondaje vesical; 2) Se realizará una
monitorización al final de cada semana (viernes) del nuevo protocolo, (anexo-3).
-
3º Fase: Se realizaran las mismas mediciones que en la fase 1ª.
5.- Recogida de datos. Se realizará mediante:
Registro para medir número de pacientes hospitalizados de ingresos y sondas vesicales, y normas
preventivas utilizadas (anexo-1) Este se cumplimentará recogiendo datos de las siguientes fuentes:
Historia clínica del paciente; Observación directa; Entrevista directa al paciente; Entrevista directa al
familiar, Entrevista a la enfermera de la unidad.
Registro de valoración del cumplimiento del nuevo protocolo de sondaje vesical
(anexo-3).
6.- Tratamiento Estadístico
:
El análisis de los datos se ha realizado con el programa estadístico SPSS 11.0 mediante el cálculo de
proporciones, medidas de tendencia central y de dispersión, antes y después de la intervención,
ANOVA y Chi- cuadrado.
Pacientes con catéter vesical. El 50% de los pacientes hospitalizados en las unidades de medicina
interna tienen colocada una sonda vesical. De los cuales el 48% eran hombres y el 52% mujeres.
Fecha de colocación de la sonda. El 28% tenían más de un año de
sondaje.
Unidad en la que se colocó el catéter. El 64% en la unidad de medicina interna. 32% servicios de
urgencias y en centros de ancianos 4%.
Tabla
1. Motivo de colocación del catéter.
Motivos
de sondaje |
Frecuencia |
Porcentaje |
Incontinencia |
16 |
64% |
Riesgo de escara |
3 |
12% |
Retención urinaria |
2 |
8% |
Desconocida |
2 |
8% |
Existencia de escaras |
1 |
4% |
Control de diuresis |
1 |
4% |
Total |
25 |
100% |
Sistema de drenaje urinario. El 100% de los pacientes tenían un sistema de drenaje abierto.
Utilización de xylocaína. El 100% de los enfermeros no utilizan nunca la xylocaína.
Motivo del cambio de sonda ve sical. El 100% tuvieron cambio de la sonda vesical periódicamente
por aplicación del protocolo de la unidad.
Fijación de la sonda vesical. El 100% de los pacientes no tienen colocada la fijación de la sonda
vesical con esparadrapo en la cara interna del muslo, como sería preceptivo.
Colocación correcta. El 4% de los pacientes con sonda vesical la colocación del catéter y de la
bolsa recolectora de orina es correcta.
Prescripción del catéter. El 68% la prescripción de los catéteres vesicales fue realizada por
enfermería.
Valoración de la retirada del sondaje vesical. El 96% el personal de enfermería no realizó la
valoración de la retirada del sondaje vesical en el periodo de estudio.
No es posible prevenir todas la infecciones urinarias asociadas al sondaje vesical, pero sí un buen
número de ellas podrían evitarse actuando sobre los factores de riesgo extrínsecos.
Por los resultados obtenidos vemos la necesidad de dar a conocer a todo el personal de la unidad de
medicina interna recomendaciones del CDC y de otras medidas preventivas para la prevención de
infecciones urinarias relacionadas con el sondaje vesical a través de un protocolo que incluya: 1º las
indicaciones estrictas del sondaje vesical; 2º la técnica y el material necesario y 3º los cuidados de
enfermería. La puesta en marcha de este protocolo supondría la reducción del impacto que las
infecciones urinarias nosocomiales relacionadas con el catéter vesical producen sobre la salud de los
pacientes ingresados en dicha unidad y sobre la economía de la asistencia sanitaria del hospital. Todo
ello, sin dejar de lado la formación sanitaria del personal de la unidad,
concienciándolos de la importancia de la problemática y utilizando argumentos racionales de base científica para
lograr la aceptación y el cumplimiento de dicho protocolo.
Las infecciones urinarias nosocomiales relacionadas con el catéter vesical suponen un importante
problema de salud por el incremento de la morbimortalidad, el sufrimiento humano y el coste
económico que conllevan. Los centros para el control y prevención de las enfermedades (CDC)
conforman la principal institución encargada de establecer periódicamente las pautas y
recomendaciones sobre prevención y control de las infecciones
nosocomiales, que sirvan de base para el trabajo diario de los profesionales. En 1998 el CDC publicó en EEUU un
informe sobre las directrices para la prevención de las infecciones urinarias relacionadas con el sondaje vesical
(Guideline for prevention of catheter associated urinary tract infections) en la que se basa
principalmente mi protocolo. Por motivos de cambios en la dirección del hospital este protocolo no se
ha podido llevar a cabo en el tiempo previsto, estando pendiente de la aprobación del mismo por el
nuevo director. Como consecuencia de lo anteriormente dicho sólo puedo presentar los resultados de
la primera fase del trabajo.
Como primer dato a señalar de los resultados obtenidos en la primera fase del trabajo, sorprende el
elevado número de pacientes sondados y el motivo del sondaje. Así, tenemos que el 50% de los
pacientes estudiados están sondados y el motivo del mismo en un 64% la causa del sondaje es por
incontinencia urinaria. Este motivo no justifica el uso de sonda vesical según el CDC y otra
bibliografía consultada (16,17,18). En un estudio realizado en el servicio de medicina interna por
Domínguez Castellano y otros (9), se contemplan resultados parecidos a nuestro estudio, con el 68%
de pacientes sondados y el motivo del sondaje un 74% corresponde
la incontinencia.
Otro dato de interés que nos sorprende es que en el 96% de los casos estudiados los profesionales de
enfermería no valoren en ningún momento la posibilidad de la retirada de la sonda vesical. El CDC y
otros estudios como el de Almirante Gragera (10) nos exponen claramente que la retirada temprana
del catéter puede prevenir hasta un 40% las infecciones urinarias asociadas al catéter.
Un importante aspecto a destacar del estudio, es el referido al sistema de drenaje urinario, pues aún
el 100% de los pacientes tienen colocado un sistema de drenaje abierto. Desde la introducción de los
sistemas cerrados hace ya más de treinta años ninguna medida preventiva se ha mostrado tan eficiente
(1,12,13,18,7), por lo que llama la atención que pacientes con sondas vesicales lleven todavía un
sistema de drenaje urinario abierto.
Llama la atención el cambio de sonda vesical periódica, según el protocolo de la unidad, realizado
en el 100% de los pacientes estudiados. Esta actitud fue recomendada durante años, pero hoy día no
tiene justificación. (10,18).
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