TERCERA ÉPOCA
Nº 27 Septiembre - Octubre de 2012

 

VOZ ENFERMERA:

VIGILANTES Y VIGILADOS

 

Me llama poderosamente la atención que la definición de arquitectura alberge tantas connotaciones, además de ser el arte y la técnica de proyectar y diseñar edificios, puede ser “la mejor panorámica ” para el ojo que sabe apreciar la belleza, la vida, la utilidad… pero también puede verse como un elemento de vigilancia, como podría ocurrir con la muralla de un castillo, que no sólo sirve para dominar y controlar el exterior, sino también para ejercer el control en el interior, es decir, para hacer visibles a los que están dentro. Esto último quizás nos de hasta un poco de temor, porque… ¿a quién le gusta la sensación de sentirse vigilado? Pero… ¿no consideráis que vosotros también seáis vigías?

Un ejemplo muy claro de cómo visualizar los elementos internos, ya sean cosas o personas, sería un recinto carcelario, sobre todo aquellos que siguen una determinada arquitectura, tal como aquellas que están basadas en el modelo panóptico, que consiste en desde la cúpula de manera circular, vigilar a los reclusos y sus movimientos, sin ser vistos. Algunos recordamos la cárcel de Carabanchel. En una cárcel de este tipo el vigilante se sitúa en el centro del edificio y tiene acceso visual a todas las celdas, pero no puede ser visto ni oído. El miedo que se ejerce es preventivo.

La escuela, también puede actuar un aparato de vigilancia porque se ejerce el control observando, registrando y encauzando la conducta. Dentro de esta institución, casi todas las funciones de vigilancia llevan adjunto un papel pedagógico. La sanción normalizadora es la forma de castigar, gratificar o sancionar, un sistema micropenal, esencialmente correctivo. Normalizar significa castigar todo lo que no se ajusta a la regla. Una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar.

También incluiremos aquí el hospital que nos permite observar a los enfermos y ajustar los cuidados. En el que según mi opinión se ejerce además de la observación directa de los enfermos, una vigilancia del personal que desempeña su trabajo por parte de los jerárquicos niveles superiores.

El poder de la vigilancia jerarquizada funciona como un aparato que distribuye a los individuos en ese campo y que puede funcionar de dos formas: indiscreto (en cualquier lugar, siempre alerta) o discreto (funciona permanentemente y casi siempre de modo silente)

Dentro de nuestra institución el poder indiscreto podría ejercerlo la dirección y el discreto la supervisión de cada planta.

O las propias enfermeras pueden ejercerlo con sus pacientes. El indiscreto podría ser irrumpir en una habitación a las 5 de la mañana para ver como se encuentra un paciente, y el indiscreto cuando estamos vigilantes en el control de enfermería. Poniendo otro ejemplo con respecto a los cuidados de enfermería ejercemos poder indiscreto cuando sorprendemos al paciente haciendo algo que no sería recomendable para su salud, y el discreto cuando el paciente pasea por el pasillo y observamos continuamente el estado del paciente.

El reconocimiento del flujo de las relaciones de poder es de utilidad para que la enfermería nos situemos en una posición dentro de los márgenes del Sistema.

“El poder es una red productiva que atraviesa todo cuerpo social y cuya función en principio, no es represiva”

Para realizar las acciones que he mencionado anteriormente tiene que existir una disciplina y a partir de ella controlar, vigilar y corregir…. Esto se lleva a cabo mediante la sanción normalizadora y por el examen. Normalizadora: Todos utilizamos el mismo lenguaje, por ejemplo, se han decidido normalizar los diagnósticos de enfermería por eso utilizamos los diagnósticos Nanda. El examen: percibir que están evaluando tu trabajo mediante recursos electrónicos, por ejemplo, los recursos informatizados de gestión de cuidados utilizados por las enfermeras.

Concluyendo con M. Foucault: “La disciplina fabrica cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos dóciles”

 

Sonia Martínez Quintana, Enfermera.