DE LO HUMANO Y LO CORRECTO |
Convendrá conmigo, amigo lector, que, tal
vez, no es el momento más apropiado para
hablar de los cuidados aplicados en los
últimos momentos de la vida de una persona
en los servicios de urgencias o emergencias.
El asunto ha tomado cierta relevancia, no ya
sólo desde el punto de vista social, sino
también político (ya se sabe las fechas en
las que estamos) y judicial.
Las disciplinas científicas, y enfermería lo
es, no deben caer en el error de utilizar
lenguajes difusos ante esta situación, sino
que hemos de afrontarlo con rigurosidad y
extremada prudencia. Virginia Henderson es
una de las teóricas que cimentó las bases de
la Enfermería como disciplina científica
profesional. En su definición de la labor
enfermera defiende la aplicación de cuidados
en los últimos momentos de la vida,
proporcionando unos cuidados encaminados
hacia una muerte tranquila.
La propia normalización de intervenciones de
la práctica enfermera recoge este tipo de
cuidados y los describe como intervenciones
propias de la enfermera. ¿Quién sino? Nadie
elige el momento ni el lugar para morir o
para iniciar su camino hacia ese destino. En
muchas ocasiones esta inflexión en el tiempo
ocurre en un servicio de urgencias o
emergencias.
Los cuidados paliativos, estas palabras con
las que ahora a los políticos se les “llena
la boca”, no sólo se aplican en las unidades
hospitalarias paliativas. Entre otros
motivos, porque no existen recursos
suficientes para ello, ni de personal ni de
tiempo. Este tipo de cuidados paliativos
pueden brindarse de manera programada en las
unidades especializadas al respecto pero,
cuando se produce una situación de urgencia
o emergencia, a veces, simplemente no hay
tiempo para ello o no hay recursos físicos
ni materiales para realizar el ingreso en
estas unidades que realizan una labor
encomiable.
La muerte en infinidad de ocasiones llega a
los servicios de urgencias, o de
emergencias, o en la atención primaria
domiciliaria ... por ello, los profesionales
que desempeñan su labor en estos entornos,
están obligados a aplicar sus cuidados
paliativos con total profesionalidad ante
las situaciones más variopintas e
imaginables; muchas de ellas, incluso,
inimaginables.
No es correcto volcar iras u odios sobre
estos profesionales que cumplen escrupulosa
y científicamente la misión de acondicionar
unos cuidados orientados hacia una muerte
tranquila en estos entornos. Ellos no son
los culpables de que la muerte se esté
desencadenando de ese modo, en estos
lugares, en ese tiempo y no pueda esperar a
que se acomode a otro entorno. Por ello,
porque es lo correcto y lo humano ...
cuidamos hasta el final y más allá
combatiendo el sufrimiento y el dolor ante
lo irremediable.
SEEUE
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