BURNOUT
Y SALUD PERCIBIDOS EN UNA MUESTRA DE ENFERMERÍA DE
URGENCIAS |
Mª
Isabel Ríos Riesquez, Carmen Godoy Fernández |
Servicio
de Urgencias. Hospital Morales Meseguer. Murcia |
Objetivo:
describir el nivel de desgaste profesional y estudiar su
asociación con la percepción de salud general y las
características de los profesionales estudiados.
Diseño:
estudio descriptivo transversal.
Emplazamiento: servicio de urgencias del hospital
universitario Morales Meseguer ubicado en Murcia
capital.
Método:
se emplearon tres instrumentos de evaluación: una
encuesta de variables sociodemográficas y laborales, el
cuestionario Maslach Burnout Inventory-MBI, y el
cuestionario General Health Questionnaire (GHQ-28) de
Golberg.
Resultados: un 30,9% de la muestra estudiada puntúa alto
en la dimensión de agotamiento emocional, un 29,1% lo
hace para la dimensión de despersonalización y un 20%
para la falta de realización personal en el trabajo. El
25,5% de la muestra presentó síntomas psíquicos o
físicos de origen psicológico que podrían requerir
atención especializada. Resultó significativa la
asociación agotamiento emocional-salud general y, más
concretamente con la escala B de síntomas de ansiedad.
Conclusiones: los niveles encontrados de desgaste
profesional resultaron ser moderados-altos. El 9% de la
muestra estudiada puntúa alto en las tres dimensiones
del síndrome de burnout. Se encontraron diferencias de
género en la tendencia a las actitudes de
despersonalización, siendo los sujetos de género
masculino los que obtienen puntuaciones más elevadas en
esta dimensión del síndrome de burnout. Los
profesionales de más de 15 años de experiencia muestran
una vulnerabilidad mayor a padecer de agotamiento
emocional relacionado con su trabajo. Los niveles de
burnout y salud encontrados nos indican una elevada
vulnerabilidad en la muestra estudiada y la necesidad de
instaurar programas de prevención/intervención dentro de
este contexto laboral.
Palabras
clave: Burnout. Estrés. Personal Sanitario. Salud.
Desde sus orígenes se ha vinculado el síndrome de burnout a las
profesionales asistenciales. El estrés laboral que se da en el
contexto laboral sanitario es reconocido en numerosas
referencias bibliográficas [22, 25, 30, etc]. En todos estos
estudios, se justifica la elevada presencia del estrés y sus
consecuencias aludiendo a las características específicas de las
profesiones sanitarias: Atender el dolor, a la muerte, a la
enfermedad terminal, situaciones de urgencia vital, las demandas
y presiones laborales, conflictos de rol, los pacientes
problemáticos y un largo etc.
Los datos procedentes de numerosos estudios evidencian
los efectos que el estrés tiene sobre la salud física y
psicológica [2, 5, 7, 9, 10, 14…]. Parece ser que existe
una mayor susceptibilidad a la cirrosis, suicidio,
adicción al alcohol y abuso de drogas. Así mismo, los
estudios también parecen indicar niveles altos de
síntomas psicológicos (ansiedad, síntomas depresivos,
etc.) [8, 11, 22, 30].
Las consecuencias negativas del estrés sobre los sujetos
pueden ser agrupadas en varias categorías: diversas
enfermedades y patologías físicas, problemas
psicosomáticos, alteraciones psicológicas y
comportamentales, y problemas organizativos [8]. Dentro
del primer grupo de problemas destacan los trastornos
cardiovasculares: Se calcula que el 16% de las
enfermedades cardiovasculares de los hombres y el 22% de
las mujeres se deben al estrés relacionado con el
trabajo, y se calcula que éste afecta a casi uno de cada
3 trabajadores en la comunidad europea, apuntando los
datos recogidos entre la población española en la misma
dirección [25]. Entre las demás enfermedades y estados
de salud asociados al estrés se incluyen algunos tipos
de alteraciones gastrointestinales, el descenso en la
resistencia ante enfermedades infecciosas, problemas
psicosomáticos como palpitaciones, dolores de espalda y
cefaleas, etc. Las alteraciones psicológicas más comunes
relacionadas con el estrés son la ansiedad, descenso de
la autoestima, incremento de la irritabilidad, falta de
motivación y depresión, así como problemas
comportamentales entre los que destacan los trastornos
en los hábitos de sueño y alimenticios, alcoholismo,
drogadicción y tabaquismo [2, 4, 8, 9, 10…].
Por otro lado, los costes económicos para la
organización son igualmente importantes. Dentro de las
consecuencias que podríamos denominar de carácter
organizativo destacan la disminución del rendimiento,
incremento de la accidentalidad, rotación y absentismo
[8]. Concretamente, del 50 al 60% del absentismo ha sido
relacionado con el estrés laboral, cifrándose el coste
anual para la Unión Europea en torno a los 20.000
millones de euros [25].
Por lo que respecta a la prevalencia de este problema en
el contexto sanitario, la mayoría de los estudios
consultados refieren obtener unos niveles moderados de
burnout en las muestras estudiadas [5, 16, 17, 20, 27…].
Los porcentajes que presentan una puntuación alta en
este síndrome son variables, entre un 6% [17] y un 21,6%
[19], si bien hay que matizar que en algunas muestras se
encuentran niveles bastante elevados en alguna de las
tres dimensiones que configuran el síndrome. Así,
destacan sobre todo los niveles elevados en agotamiento
emocional de algunos estudios: un 54,3% en [24] ó un
62,3% en [17]; y en la dimensión de despersonalización:
un 80% en [17] ó un 54,3% en [24]. Por otro lado, si
concretamos y nos centramos en el personal sanitario de
enfermería, existen datos de una prevalencia importante
del síndrome. Así, el 43,7% de las enfermeras estaría en
la primera fase del síndrome de desgaste profesional
según los resultados obtenidos por un reciente estudio
[3].
La prevalencia de este síndrome y la importancia de las
consecuencias que éste conlleva justifica la necesidad
de estudios que, como paso previo a la intervención y/o
prevención de las consecuencias del estrés laboral,
traten de identificar los niveles de burnout existentes
en los distintos contextos laborales y organizaciones de
la salud.
Como objetivo general, esta investigación pretende analizar el
síndrome de quemarse por el trabajo (burnout o desgaste laboral)
y su relación con determinadas variables personales y de salud
en una muestra de profesionales de enfermería.
Tipo de diseño:
Se trata de un estudio descriptivo de corte transversal.
Muestra:
La población objeto de estudio la constituye el personal
de enfermería de urgencias de un hospital general
universitario ubicado en Murcia Capital: Hospital
Morales Meseguer. La población está compuesta por 69
sujetos, que se distribuyen, a su vez, en dos niveles o
categorías profesionales: Enfermería y auxiliar de
enfermería.
Instrumentos de evaluación: Se pasaron dos cuestionarios
validados y una encuesta de variables sociodemográficas
y laborales diseñada ad-hoc para esta investigación. A
continuación se describen brevemente los instrumentos
validados utilizados:
MBI:
Maslach Burnout Inventory, 1986: Este cuestionario mide
la frecuencia e intensidad del “burnout” o síndrome de
quemarse por el trabajo. Consta de 22 ítems, y en él se
pueden diferenciar tres subescalas que miden, a su vez,
las tres dimensiones que conforman el síndrome:
1.
Agotamiento emocional (AE). Esta subescala está
formada por 9 ítems que describen sentimientos de
estar abrumado y agotado emocionalmente por el
trabajo.
2.
Despersonalización (DP). Esta subescala está formada
por 5 ítems que describen una respuesta impersonal y
falta de sentimientos hacia los sujetos objeto de
atención.
3.
Realización personal en el trabajo (RP). Compuesta
por ítems que describen sentimientos de competencia
y realización exitosa en el trabajo hacia los demás.
GHQ-28 (Goldberg,
1970): El GHQ-28 consta de 28 ítems agrupados en 4
subescalas de 7 ítems cada una:
Subescala A: Síntomas somáticos de origen
psicológico, como cansancio, fatiga, dolores de
cabeza, malestar general, etc.
Subescala B: Síntomas relacionados con la ansiedad
tales como problemas para conciliar el sueño,
despertares frecuentes, irritabilidad, tensión
psíquica, etc.
Subescala C: Síntomas relacionados con la
“disfunción social” tales como capacidad para tomar
decisiones, desarrollo organizado del trabajo, etc.
Subescala D: Síntomas que se relacionan con el
estado de ánimo, evaluando de esta manera rasgos
depresivos. Se trata de una escala que se plantea de
forma muy “dura”, pues pregunta sobre distintos
síntomas depresivos graves que incluyen hasta la
ideación suicida.
Cada ítem tiene cuatro posibles respuestas,
progresivamente peores. El sujeto debe subrayar la
respuesta elegida, siendo esencial que se limite a su
situación de salud en las últimas semanas y no en su
pasado.
Estadística
descriptiva:
De un total de 69 cuestionarios, se recibieron 55
correctamente contestados, lo que representa una tasa de
respuesta de un 79,7%.
La media de edad de la muestra ha sido 36,76±7,94,
predominando el sexo femenino (76,4%) frente al
masculino (23,6%). Para el estado civil, la muestra se
distribuyó en un 56,4% casados, un 38,2% solteros, un
3,6% divorciados/separados y un 1,8% viudos. En este
sentido, el mayor porcentaje de la muestra convive con
alguien (80%) frente a un 20% que vive sólo. La media de
hijos ha llegado a ser de uno por persona (0,85)
destacando que un 52,7% de la muestra no tiene ninguno.
Por lo que respecta a las variables laborales, se
registraron un 29,1% de auxiliares de enfermería y un
70,9% de enfermeras/os, siguiendo la variable “estudios”
una frecuencia similar, para estudios de FP y
diplomaturas. Al tratarse de una muestra relativamente
joven, un 83,6% de los encuestados poseen menos de 15
años de experiencia profesional, frente a un 16,4% de
sujetos que tienen más de 15 años de experiencia
laboral. Si analizamos el tiempo medio en el desempeño
del empleo dentro de su actual unidad de trabajo, se
puede observar que éste es de 4,56±2,66 años. En cuanto
al tipo de contrato, el 27,3% de los profesionales
encuestados tiene plaza en propiedad, frente a un 54,5%
de interinos y un 18,2% de contratados.
El 32,7% llevan un turno fijo o de refuerzo, frente a un
67,3% que llevan un turno rodado. Del total de
encuestados, un 76,4% tiene dedicación exclusiva frente
a un 23,6% que desarrolla otros trabajos o jornadas
adicionales. Así mismo, un 54,5% refieren realizar otros
estudios o formación académica extralaboral, frente a un
45,5% que refiere no realizarla.
La media de burnout total ha sido de 65,96±15,59. Los
valores medios para cada una de las dimensiones del
síndrome se pueden observar en la tabla 1. Si analizamos
las puntuaciones obtenidas y las comparamos con los
puntos de corte que, a nivel estadístico, designan
diferentes grados o niveles del síndrome, obtenemos que
un 30,9% de la muestra puntúa alto en la dimensión de
agotamiento emocional, un 29,1% lo hace para la
dimensión de despersonalización y un 23,6% para la falta
de realización personal en el trabajo (ver gráficos 1, 2
y 3).
Para la evaluación del grado de bienestar o salud
percibido, se obtuvo una media de 4,22 (dt=4,92 y
rango=0-19), y para cada una de las subescalas se pueden
observar los estadísticos en la tabla 2.
Considerando las puntuaciones totales de los sujetos en
el GHQ-28, podemos clasificar a éstos en “sujetos
normales” y “sujetos con probables problemas psíquicos”,
tomando como punto de corte la puntuación 6/7 (6= no
caso y 7= caso) por su mayor especifidad, tal y como
proponen Lobo y cols. (1986). Los resultados obtenidos
señalan la existencia de un 25,5% de la muestra que
presenta malestar psíquico, siendo la escala de síntomas
somáticos de origen psicológico (escala A) la que
obtiene una mayor puntuación media, mientras que la
escala de síntomas depresivos (escala D) es la que
presenta una media menor.
Estadística Inferencial:
Para el análisis bivariante se ha utilizado la prueba
chi cuadrado para variables cualitativas y correlaciones
para las cuantitativas. Para una variable cualitativa y
otra cuantitativa se ha empleado la “t” de Student si la
variable cualitativa era dicotómica y el ANOVA cuando
ésta era politómica.
Del análisis bivariante realizado entre las variables
sociodemográficas y laborales, y las medidas de burnout
y salud, se desprenden los siguientes resultados:
- No
se han encontrado diferencias significativas
considerando como variables independientes las
variables sociodemográficas de edad, estado civil,
convivencia e hijos.
- Un resultado significativo lo ha supuesto la
variable género, en cuanto que el género masculino
es más propenso a la “despersonalización”, puntuando
en ésta de forma más elevada que el género femenino:
T= 3,081; g.l=53 (significación bilateral=0,003)
- Si consideramos las variables laborales (tipo de
contrato, turnos, estudios, trabajo o formación
adicional) como variables independientes, tampoco se
encuentran diferencias significativas. El único
resultado estadísticamente significativo lo
encontramos en la variable “experiencia
profesional”. Concretamente, los profesionales de
más de 15 años de experiencia laboral, son los que
más agotamiento emocional refieren en la evaluación
del síndrome de estar quemado por el trabajo
(F=3.808; p=0.029).
Se han correlacionado las puntuaciones totales de cada
una de las variables principales (puntuaciones del MBI y
del GHQ-28), además de la edad y la antigüedad laboral
en el servicio. Los resultados obtenidos nos indican que
el burnout se relaciona de forma significativa con el
malestar psíquico, pero con ciertas matizaciones: es la
dimensión de agotamiento emocional la que resulta estar
asociada de forma significativa a un mayor nivel de
malestar general (puntuación GHQ; r=0.283; p=0.036),
siendo la escala B (síntomas de ansiedad) la que resulta
estar relacionada más significativamente con dicha
dimensión del burnout.
Por otro lado, ni la edad ni la antigüedad laboral en el
servicio, muestran correlaciones significativas con las
puntuaciones de burnout y salud obtenidas en la muestra.
De acuerdo con la
tasa de respuesta obtenida (79,7%), se puede
considerar que la muestra resultante es
representativa de la población diana que se
pretende analizar, dado el alto índice de
participación, que es comparable al obtenido por
otros estudios similares [18, 20, 24…].
Los
valores obtenidos en el síndrome de burnout por la
muestra estudiada nos muestran niveles moderados-altos,
especialmente para la dimensión de agotamiento
emocional, ya que un 31% de los encuestados puntúan alto
en este factor constitutivo del síndrome. Por otro lado,
también es de destacar el elevado porcentaje de sujetos
que puntúan alto en la dimensión de despersonalización:
un 29% de la muestra estudiada. Estos resultados vienen
a ser similares a los obtenidos por algunos estudios que
analizan el síndrome de estar quemado por el trabajo en
el personal sanitario [3, 18, 20, 24, 28…], y de manera
coincidente con estos estudios previos, es la dimensión
de agotamiento emocional la que aglutina la mayor
frecuencia/incidencia entre las tres dimensiones que
configuran el cuadro sintomático del burnout.
Si
comparamos los resultados obtenidos con los datos
normativos ofrecidos por Gil-Monte y cols. (2000) [12]
para la población ocupacional específica de enfermería,
observamos que nuestra muestra se sitúa en torno a los
valores promedio para cada una de las dimensiones del
síndrome de burnout, excepto para la dimensión de
despersonalización, en la que nuestra muestra obtiene
una media superior, aproximándose más a la puntuación
media ofrecida por la versión comercial del MBI en
España [26].
En
el análisis del perfil epidemiológico del síndrome de
estar quemado por el trabajo, encontramos tan sólo como
variables significativas las referentes al género y a la
experiencia profesional.
En
cuanto a la variable “género”, coincidimos con aquellas
referencias bibliográficas [11, 12, 21…] que ponen de
manifiesto una mayor tendencia a adoptar actitudes de
despersonalización entre el género masculino, aludiendo
a los diferentes patrones de socialización recibidos por
hombres y mujeres, que podrían justificar las
diferencias encontradas para esta dimensión.
En
cambio, no encontramos diferencias significativas en el
análisis del resto de variables sociodemográficas (edad,
estado civil, hijos, convivencia) coincidiendo en ello
con multitud de estudios que expresan la falta de
consenso a la hora de configurar el perfil
epidemiológico del síndrome de burnout [9, 11, 15, 22…].
Por
lo que respecta a las variables laborales, se obtiene
significación estadística para la “experiencia
profesional”. Coincidiendo con algunos estudios [1, 28],
en nuestra muestra se obtiene la tendencia a encontrar
una mayor vulnerabilidad al agotamiento emocional en
aquellos profesionales con más de 15 años de experiencia
laboral.
Si
analizamos los valores obtenidos en la evaluación de la
salud percibida, mediante el GHQ-28, observamos que los
resultados son similares a los que obtienen otros
estudios con personal sanitario [9]. En concreto,
nuestro estudio obtiene que un 25,5% de los sujetos
encuestados presenta malestar psíquico, con una mayor
incidencia de los síntomas de ansiedad e insomnio
(Escala B del GHQ-28).
Cuando consideramos las correlaciones entre el síndrome
de burnout y el grado de bienestar o salud percibido,
nuestros resultados van en la línea de otros estudios
previos [2, 5, 7, 9, 10…], en el sentido de encontrar
una relación significativa entre el síndrome de estar
quemado por el trabajo y la falta de salud o bienestar.
No obstante, la magnitud de las correlaciones obtenidas
difiere bastante de la obtenida por algunos de estos
estudios previos [5, 6, 9], los cuales suelen encontrar
una asociación significativa entre la mayoría de las
escalas del GHQ-28 y cada una de las dimensiones que
configuran el síndrome de burnout medido mediante el MBI.
Es posible que un tamaño muestral inferior al de estos
estudios pueda explicar en parte estas diferencias
encontradas. A pesar de ello, concluimos como otros
autores [4, 5, 10], que es la dimensión de agotamiento
emocional la escala que muestra correlaciones más
intensas con la falta de salud o bienestar, y de ello se
puede deducir el papel relevante que toman las emociones
en el contexto laboral, como variable a tener en cuenta
en el desarrollo del síndrome de estar quemado por el
trabajo y sus potenciales consecuencias sobre la salud o
bienestar de los profesionales.
En
síntesis, este estudio pone de manifiesto que un 9,09%
de los profesionales de enfermería de la muestra
estudiada, puntúa alto en las tres dimensiones del
síndrome de estar quemado por el trabajo. Si analizamos
por dimensiones, es la dimensión de agotamiento
emocional la que mayor relevancia demuestra, con un 31%
de los sujetos que puntúan alto en esta escala. A ello
hay que unir el hecho de que un 25,5% de la muestra
manifiesta un elevado nivel de malestar psíquico,
porcentaje que parece estar en sintonía con el nivel de
agotamiento emocional referido anteriormente. De este
análisis se desprende una prevalencia moderada-alta del
síndrome de burnout en el colectivo profesional
considerado. Además, dicha prevalencia se encuentra
asociada de forma significativa al grado de bienestar o
salud percibido, lo que concuerda con multitud de
estudios previos [2, 5, 6, 7, 9, 29…]. Dada la
prevalencia de este síndrome y la importancia de las
consecuencias que éste conlleva, tanto para la
organización [13, 23, 25…] como para la salud de los
profesionales [2, 4, 8, 9…], se justifica la necesidad
de estudios que, como la presente investigación, traten
de identificar los niveles de burnout existentes, como
paso previo a la intervención y/o prevención de las
consecuencias del estrés laboral en estos contextos
sanitarios. La finalidad última de todo ello sería
“cuidar a los cuidadores” para obtener una mejor calidad
y humanización de los sistemas de salud, tal y como
propone el informe de la OMS (2000) [23].
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