¿ES SANO
BEBER LECHE? LA CORRECTA ALIMENTACIÓN DEL PACIENTE
EMPIEZA EN LA PUERTA. CUIDADOS TRANSCULTURALES DE
ENFERMERÍA EN LAS UNIDADES DE URGENCIAS |
Mª
Carmiña Guervos Narváez, Marta Martín Reina, Agustín
Martín Fernández, Pilar Ordóñez Cuadros, Carlos
Cristobal Cañadas, Antonio Juan Pérez Fernández |
Servicio
de Urgencias. HGB Santa Ana. Motril |
Es de sobra conocida la gran importancia que los movimientos
inmigratorios están cobrando día a día en nuestro país,
posibilitando que en nuestros servicios de urgencias la
variabilidad de origen de nuestros pacientes sea cada vez mayor.
Situaciones como esta ponen de nuevo de manifiesto la necesidad
del posicionamiento transcultural de los cuidados de enfermería.
La mayoría de la población mundial, fundamentalmente los nativos
asiáticos, africanos y americanos, es intolerante a la lactosa.
A pesar de que en la infancia todos nos alimentamos de leche, la
enzima responsable de hacer posible la digestión del azúcar de
la lecha, la lactosa, no se sigue sintetizando el la edad
adulta, a excepción de en las poblaciones con tradición ganadera
o con poca luz solar, donde la selección natural ha favorecido
mutaciones que preservan esta enzima más allá de la edad de
lactancia. Para la gran mayoría de la población mundial, a pesar
del gran arraigo y prestigio de este alimento en nuestro
contexto, no es natural, no es sano, beber leche. Los pueblos
tienen posicionamientos culturales (alimenticios en el caso de
los intolerantes a la lactosa, que excluyen los lácteos frescos
de su dieta tradicional) que evitan, aun sin saberlo, conductas
mórbidas. Enfermería debe contemplar los cuidados de enfermería
desde la perspectiva transcultural para evitar actitudes locales
en la aplicación de los cuidados de enfermería que produzcan
daño en pacientes de otras ascendencias.
Palabras
claves. INTOLERANCIA, LACTOSA, LACTASA, ALIMENTACIÓN,
CUIDADOS TRANSCULTURALES, URGENCIAS.
La mayoría de los pacientes de origen subsahariano y asiático,
así como un gran porcentaje de pacientes latinoamericanos con
los que nos encontremos, cada con mayor frecuencia, en los
servicios de urgencias de nuestro país serán intolerantes a la
lactosa.
La práctica de la enfermería transcultural (cuidados
culturales) brinda a los profesionales en enfermería las
herramientas necesarias para adoptar acciones y
decisiones profesionales coherentes con las distintas
culturas. Describiendo esta poco conocida peculiaridad
de la mayoría de los habitantes de nuestro planeta
aprovecharemos para remarcar la necesidad de orientar
los cuidados de enfermería de urgencias desde la
perspectiva de la tansculturalidad para hacer frente a
la diversidad en la composición de nuestra sociedad que
los movimientos migratorios están produciendo.
Es de sobra conocida la gran importancia que los movimientos
inmigratorios están cobrando día a día en nuestro país. Nuestra
sociedad se esta enriqueciendo con rangos de multiracialidad y
multicultaralidad nunca antes vistos dentro de nuestras
fronteras. Actualmente es algo cotidiano que nuestros hijos
convivan en las escuelas con compañeros de clase procedentes de
una docena de países distintos. Algo similar puede verse en las
empresas, mercados y, por supuesto, los centros sanitarios. Los
profesionales de la enfermería, en su gran mayoría de
ascendencia ibérica, afrontan ahora el reto de prestar sus
cuidados a un número cada vez mayor de pacientes de origen
diverso: eslavo, magrebí, subsahariano, sudamericano…, etc., y
esto supone un reto porque los cuidados deben ser
individualizados y deben ser dirigidos en consecuencia, teniendo
en cuenta las esferas biológica, psicológica y sociocultural del
usuario. Esto es, los cuidados de enfermería deben ser
transculturales.
Así, por un lado es necesario poner de manifiesto la
necesidad de cambiar la perspectiva de los cuidados
hacia la transculturalidad. Esa perspectiva debe
adoptarse desde todos los ámbitos de acción de los
profesionales enfermeros, incluido por supuesto la
atención urgente del paciente, punto de inicio del
proceso asistencial y de enfermería de un gran numero de
usuarios con problemas de salud. Enfermería debe mirar a
través del prisma de la transculturalidad de los
cuidados constantemente, adoptando actitudes y aportando
cobertura a las necesidades del paciente en función
siempre de su origen, creencias y costumbres. Actuando
de esta forma podremos darnos cuenta del tema que nos
ocupa, por ejemplo, y es que en algunas ocasiones la
esfera cultural particular de un grupo de personas puede
encerrar algo más que una idiosincrasia particular,
siendo la expresión de la adaptación del grupo a
características propias puramente biológicas. Este es el
caso de aquellos grupos étnicos para los que
tradicionalmente la leche es un alimento indeseable
(como todos los asiáticos orientales, por ejemplo). A
estos grupos esta aversión dietética les protege de
enfermar sin ellos saberlo, ya que expresa en la gran
mayoría de los casos una peculiaridad genética que les
impide digerir adecuadamente este alimento. Cuando por
movimientos migratorios estos grupos entran en un
ambiente cultural donde los productos lácteos son
impositivos por el contexto alimentario, enferman al
consumirlos. Estos grupos, como veremos, suponen la
mayoría de los habitantes de la tierra.
De repente, la leche, el alimento por excelencia, la
tradicional panacea para todas las carencias, la punta
de lanza de una nutrición sana, completa y equilibrada,
no es un alimento apto para consumo humano en la mayor
parte del planeta.
Y esto es por que, en la mayor parte del mundo, nuestro
organismo no esta programado usar esta sustancia como
alimento. Aunque todos los mamíferos beben leche materna
en su infancia, algunos grupos humanos son los únicos
mamíferos que la beben siendo adultos, perdiendo el
resto por norma general la capacidad para producir la
enzima lactasa al alcanzar la juventud y madurez.
La lactosa es el azúcar contenido en la leche de todos
los mamíferos excepto los pinnípedos (focas, leones
marinos y morsas), es un azúcar complejo, y constituye
una molécula demasiado grande para poder ser absorbida
en el intestino y pasar a la sangre. Para que pueda ser
absorbida debe ser escindida en dos moléculas más
pequeñas de azúcares simples, galactosa y glucosa. Este
proceso se lleva a cabo por una enzima llamada lactasa
(B-galactosidasa), sin la cual la lactosa se queda en el
intestino, fermenta y comienza a emitir gases y retener
fluidos en la luz intestinal, provocando flatulencias y
diarreas. Los derivados lácteos curados y fermentados
son deficitarios en lactosa, ya escindida, y suelen ser
bien digeridos por los intolerantes. En nuestro medio la
incidencia de intolerantes a la lactosa, es decir,
personas que presentan un déficit total o parcial de
lactasa, es relativamente baja, por lo que se podría
decir que la anormalidad reside en la carencia de la
enzima. Pero si contemplamos esta situación a nivel
mundial nos damos cuanta de que esto no es así. La
mayoría de la población mundial es deficiente en
lactasa, por lo que podríamos decir que la anormalidad
sería ser suficiente en lactasa y ser tolerante a la
lactosa, es decir, beber leche.
La mayoría de personas, alrededor del 80% por ciento, y
particularmente los de ascendencia asiática y africana,
dejan de producir esta enzima conforme envejecen, con
variaciones de insuficiencia que oscilan desde tan sólo
el 2 por ciento en Dinamarca y hasta el 100 por ciento
en Zambia. Más del 95% de la población adulta de China,
Japón, Corea y del resto del este asiático son incapaces
de absorber la lactosa. En algunos grupos de Oceanía
(aborígenes), este porcentaje se aproxima a 100%. En la
India, el porcentaje de intolerantes se acerca al los 2
tercios de la población en algunas zonas. En Estados
Unidos los porcentajes varían según el origen de la
población, y van desde un 80% de los individuos de
origen asiático, al 51% de la población de origen
hispano, pasando por el 79% entre los nativos americanos
y el 75% de los afroamericanos. Los estadounidenses
caucásicos son intolerantes en un 21%. Los habitantes de
la cuenca mediterránea presentan una incidencia del
60-80%. Para los originarios del centro y norte de
Europa la incidencia es menor del 20%. En el tercio
norte de África encontramos porcentajes de intolerantes
que oscilan desde el 26% al 50%, mientras que en el
África subsahariana los porcentajes ascienden hasta un
75-100%.
Las personas de ascendencia noreuropea tienden a
conservar la capacidad de producir la enzima y beben
leche toda su vida. Se ha demostrado que la mayoría de
los adultos de Europa pueden beber leche porque sus
antepasados vivieron en un entorno donde los rebaños
lecheros eran una fuente habitual de alimento, y ello
acabó propiciando mutaciones genéticas evolutivamente
victoriosas que mantienen la lactasa en la edad adulta.
La frecuencia más elevada (97%) de tolerancia a la
lactosa se observa en Suecia y Dinamarca, lo que sugiere
además una mayor ventaja selectiva en quienes son
capaces de tolerar la lactosa relacionada con la
exposición limitada a la luz ultravioleta típica de las
latitudes del norte. (La lactosa favorece la absorción
del calcio, que es limitada cuando no existe la vitamina
D que se produce por exposición de la piel a la luz
solar.)
Enfermería debe tener en cuenta este aspecto a la hora
de aplicar cuidados a pacientes provenientes de zonas
donde la intolerancia a la lactosa es endémica. Es común
observar que extendemos las tendencias alimentarias
españolas a todos los pacientes, independientemente de
cual sea su ascendencia, en nuestros centros sanitarios.
Desde una perspectiva transcultural la leche se
convierte en un alimento poco adecuado para usarlo de
manera empírica en la correcta alimentación de nuestros
pacientes. Esto debe tenerse en cuenta desde el primer
eslabón de la atención del paciente, el servicio de
urgencias, donde a menudo los productos lácteos frescos
o poco fermentados (leche, postres, mantequilla, nata…)
son usados como medio rápido y eficaz de proporcionar
alimentación equilibrada, probar tolerancia oral,
administrar líquidos caliente, etc.
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La
evolución de nuestra sociedad, cada vez más
diversificada en cuanto al origen de los individuos,
exige un cambio en la concepción de los cuidados de
enfermería. Estos deben ser transculturales, y deben
ser aplicados desde esta perspectiva en todos los
ámbitos de actuación enfermera, incluidos los
servicios de urgencias.
-
Muchas conductas características de los diferentes
grupos étnicos pueden achacarse puramente a ser
expresiones concretas de los patrimonios
socioculturales específicos. Sin embargo, estas
actitudes a menudo están motivadas por
características biológicas intrínsecas de los
pueblos que las manifiestan.
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Este
es el caso de la aversión por la leche, o
simplemente la eliminación de esta de su dieta, de
los pueblos con genéticas específicas de
intolerancia a la lactosa. La migración de
componentes de estos pueblos está cambiando sus
lugares de residencia por otros donde una
alimentación sana y equilibrada no se concibe sin
los productos lácteos frescos. Enfermería entonces
debe alimentar correctamente a sus pacientes
teniendo en cuenta la procedencia del paciente, no
la cultura alimenticia local.
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Como
hemos visto, casi un 80% de la población mundial
adulta es intolerante a la lactosa. Desde el punto
de vista de los cuidados tranculturales, no es sano
beber leche.
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Bloom,
G. Sherman, P.W. 2005. Dairying barriers and the
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Human Behaviour 26:301-312.
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Tuula
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Korpela, PhD.2000. Lactose Intolerance. Journal of
the American College of Nutrition 19:165S-175S.
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Vasquez Trussi, M. 2001. El cuidado de enfermería
desde la perspectiva transcultural: una necesidad en
un mundo cambiante. Investigación y Educación en
Enfermería 19: 123-134. [en línea] http://tone.udea.edu.co/revista/
[consultado diciembre 2005].
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