Sociedad Española de Enfermería de Urgencias y Emergencias

 Número 14

Agosto 2003  

 

Sociedad Española Enfermería

Urgencias y Emergencias

 

 

 

Editorial

 

HASTA PARA MORIR HAY QUE TENER SUERTE

     Esta era una frase que solía decir mi madre y paradójicamente, encierra una gran verdad (ella murió de un infarto con 65 años). El mes de Junio portó la muerte de dos compañeras enfermeras jienenses, Miguel Gallego Milla y Eloisa Sara Madico Rus. El primero, joven, conocido y profesor de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Jaén; su edad (41) y su vitalidad es algo que sesgado de pronto, nos ha conmocionado a todos y nos ha impresionado en exceso.

    El Tanatorio el día de sus responsos e incineración fue un continuo sollozo y una respuesta a lo que había sido su vida de generosidad y empatía hacia sus amigos, alumnos y familia. Miguel era mi primo y jamás le olvidaremos. ¡Brindemos por él, por supuesto!.

     A Eloisa Sara Madico Rus yo personalmente no la conocí, pero la historia de su vida y de su muerte, pincelada tristemente por una amiga suya en los pasillos de uno de nuestros Centros una mañana de Julio, la sinceridad de su relatora y a la vez su indignación, la verdad que reflejaban las palabras de esta compañera, me impresionaron : la vida y sus relaciones personales no la trataron bien; mujer muy culta y excelente profesional que fue quebrando su trayectoria paralelamente a su vida tortuosa. Apostó por la adopción de un hijo "problemático" en el que volcó el amor que se le había escapado y apostó hasta que ya no tuvo fuerzas.

     Trabajadora durante más de treinta años de los servicios de Quirófano y UCI del "Ciudad de Jaén" consiguió, en la excentricidad y aislamiento al que se condenó, al que la condenamos, que hasta su cuadro en última instancia fuese también fruto de esos cuestionamientos en su asistencia y en el servicio de Urgencias...

     Una septicemia consecuencia de una escara posterior a una osteosíntesis quirúrgica fue lo que la arrebató su último hilo de vida, esa que tan mal la trató y que aún en esos momentos y en el SUH encontró dudas y reproches ante lo que ellos consideraban un "cuadro banal de fiebre" con posibilidades de resolución en domicilio: murió al día siguiente cuando estaba a punto de jubilarse...

     Me cuenta Margarita que el Tanatorio estaba solo, no había compañeros, no había nadie que fuera a despedirla cuando desde hace ya años todos dudaban de su equilibrio y competencia.

     La muerte no trata a todo el mundo igual, está claro, las consecuencias son las mismas, las reflexiones que nos provoca no. ¡Hasta para morir hay que tener suerte!, y nosotros, enfermeras de urgencias y emergencias que tantas veces nos encontramos ante esta situación, debemos entender todo el cortejo y saber dibujar todos los colores que ésta encierra para saber estar a la altura de las circunstancias. La muerte, cada vez lo tengo más claro, se dibuja en cada persona, en cada familia y en cada colectivo de una forma peculiar y particular, hay incluso quien canta a los cuatro vientos "que se es el novio de la muerte", y la verdad, ante su presencia, casi todo termina valiendo.

     Descansen ambos en Paz, por su trabajo y por el hecho de ser compañeros y amigos, seguro que todos estamos en deuda.

Antonio J. Valenzuela.
Enfermer@.


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